Por Denis Fortin
Después de leer ese evento anecdótico [ver “Los campbellitas y la hermana White”, pág. 7], sentí curiosidad por saber qué fue lo que Stephen Haskell le dijo a su audiencia. El texto era 1 Corintios 14:34, 35 o 1 Timoteo 2:12. ¿Qué creía acerca de las mujeres hablando en la iglesia o en público y de las mujeres en el ministerio? ¿Cuál fue su explicación con la que la hermana White estuvo de acuerdo?
Durante los 1860 y 1870 aparecieron una cantidad de artículos en nuestras publicaciones de iglesia sobre este tópico. El tener a una mujer profeta que hablaba regularmente en reuniones de iglesia y en público haría que surgiesen algunas preguntas en relación a esos dos textos claves. Se publicaron cuatro artículos sobre ese tema durante los dos años anteriores a esa anécdota.
En diciembre de 1878, como editor residente de Signs of the Times [Señales de los tiempos], Joseph H. Waggoner escribió una respuesta breve a esta pregunta: «¿Es apropiado que una mujer hable en una reunión? » Waggoner explicó que Pablo se preocupaba por el comportamiento adecuado e instruyó que todas las palabras dichas en las asambleas deberían de proferirse sin crear confusión. Para Pablo la labor de la mujer no se limitaba solamente a algunas actividades. Pablo se «refiere a oraciones y también habla de algunas mujeres que “trabajaban conmigo en el Señor” (Filipenses 4:3, RVA), una expresión que solamente se puede referir a la obra del evangelio». Waggoner concluyó: «Sinceramente creemos que, de acuerdo con las escrituras, tienen el derecho y la obligación de participar en esos ejercicios» (“El lugar de la mujer en el evangelio”, Signs of the Times, 9 de diciembre de 1878, pág. 380).
En enero de 1879, J. N. Andrews también publicó un artículo corto en la Review and Herald acerca de las mujeres hablando en la iglesia. En ese artículo, Andrews explica los dos textos principales usados para prohibir que las mujeres hablen en la iglesia. Su propósito es mostrar que un estudio cuidadoso de esos textos no puede apoyar esa conclusión.
En relación a 1 Corintios 14:34, 35, Andrews explicó que la intención de Pablo era evitar confusión en la iglesia y urgir a las mujeres a dejar de conversar entre ellas durante el culto sagrado. Por lo tanto, «lo que el apóstol dice a las mujeres en tales iglesias y en esas condiciones, no ha de tomarse como una instrucción para todas las mujeres cristianas en otras iglesias y en otros tiempos, cuando y donde esos desórdenes no existen». En relación a 1 Timoteo 2:12, Andrews comprende que «este texto es una regla general de Pablo en relación a las mujeres como maestras públicas. Pero hay otras excepciones a esta regla general que podemos extraer de los escritos de Pablo y de otras escrituras». De hecho, la evidencia que Andrews presenta indica que esta regla es la excepción y que las mujeres están en libertad de trabajar en el ministerio (“¿Pueden las mujeres hablar en las reuniones?” Review and Herald, 2 de enero de 1879, pág. 4).
Unos meses más tarde Andrews de nuevo publicó un pequeño artículo sobre este tema, esta vez en Signs of the Times. En respuesta a un artículo que había leído en otra publicación que señalaba que no les era permitido a las mujeres hablar en la iglesia cristiana primitiva, explicó que tal postura no está de acuerdo con el Nuevo Testamento.
«No es pequeña la cantidad de mujeres a las que se les hace una mención honorífica por sus labores en el evangelio. En vista de estos hechos, ¿cómo puede un hombre en esta era de Biblias decir que la Biblia no pone atención a las mujeres, o les da un lugar en la obra del Señor? El Señor elije a sus obreros y no los juzga como Dios los juzga. El hombre mira a las apariencias; Dios juzga el corazón y nunca se equivoca» (“Mujeres en la Biblia”, Signs of the Times, 30 de octubre de 1879, pág. 324).
El último artículo que encontré, publicado poco antes del evento con Elena White en California, fue publicado por su esposo en la Review and Herald explicando 1 Corintios 14. Jaime White concedió que Pablo pudo haberse referido a las mujeres participando en una reunión de negocios de la iglesia, pero tomó la posición firme de que este texto no se refiere a la prohibición a que las mujeres participasen en servicios de adoración. Al contrario «Pablo… coloca a los hombres y las mujeres lado a lado en el puesto y la labor de enseñar en la iglesia de Cristo». Como vemos en otros artículos publicados por sus colegas, White dio numerosos ejemplos de mujeres que ministraron para Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento para mostrar que no hay prohibición alguna para que las mujeres trabajen para el evangelio o que hablen en asambleas de iglesia (“Mujeres en la iglesia”, Review and Herald, 29 de mayo de 1879, pág. 172).
Pioneros: Pablo se refería a situaciones especiales
La mayoría de los artículos publicados en ese periodo tomó la posición de que a lo que Pablo se estaba refiriendo en 1 Corintios 14 y 1 Timoteo 2 tenía que ver con situaciones particulares en las iglesias de su tiempo. El consejo de Pablo en relación a esas situaciones no se aplicaba a todas las congregaciones. Nuestros pioneros comprendieron que lo que Pablo estaba prohibiendo no tenía nada que ver con una prohibición general y universal de las mujeres en el ministerio.
La mayoría de esos artículos también hicieron alusión a las compañeras de trabajo de Pablo para indicar la conclusión obvia de que Pablo no estaba hablando en contra de las mujeres en el ministerio. Es más, ninguno de esos artículos usa el argumento de que una mujer profeta (Elena White) tiene una dispensación especial de Dios para hablar en la iglesia —un argumento que es usado hoy día para argüir que la mujer sin el llamado profético de Dios no debería de estar en el púlpito.
Si tal era la posición tomada por los fundadores de nuestra iglesia hace 130 años, en una era en la que las mujeres no tenían igualdad social, creo que estarían a favor de las mujeres en el ministerio hoy en día y no verían razón alguna para no incluir a las mujeres en el ministerio pastoral o parroquial.
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Denis Fortin es decano y profesor de teología en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día. Condensado de “What Did Early Adventist Pioneers Think About Women in Ministry?” [¿Qué pensaban los primeros pioneros adventistas acerca de las mujeres en el ministerio?].