In early August, The Place Adventist Fellowship church returned from a mission trip to central Zambia, organized by Maranatha Volunteers International, during which they constructed a church building for the Kakole congregation in Chibombo village. The thatched roof and mud floor of the previous makeshift structure offered little protection from the heat, insects, and noise that plagued Kakole worshippers. Volunteers from The Place—10 kids and 11 adults—felt called to remedy the situation but were uncertain of their ability to construct a church building within a couple of weeks.
“We were scared that we might not be able to accomplish what we needed to,” admitted Urijah Saenz, assistant in pastoral care at The Place and group leader for the mission trip. But the team worked hard, and the child volunteers brought youthful energy to the project’s physically demanding tasks. “We actually finished our project a day early,” said Saenz. “That was a big surprise and a blessing for us.”
Manual labor dedicated to benefiting others was a rallying point for this passionate group. Each night, volunteers took turns leading out in worship services that further fostered an uplifting environment and spiritual discussions.
Members of The Place enjoyed the chance to bond with those they served, and they were thrilled to engage with community members who visited the construction site. They played improvised games with numerous child visitors and went out of their way to greet and interact with their adult guests. “I think it would be close to a pointless mission trip if you don’t connect with the people you’re serving,” shared Saenz. “Connecting with those people was the biggest highlight of the whole trip.”
Organizing an international mission trip takes a lot of work. Maranatha, which specializes in short-term mission trips, offered support throughout the entire process. First, The Place was matched with one of Maranatha’s project locations that could accommodate their group size and schedule. Next, Maranatha advised trip leaders on every aspect of project planning, from developing budgets to choosing safe and comfortable lodging. Then, volunteers had access to Maranatha’s in-country staff for additional support while in Zambia. The Place has gone on mission trips through Maranatha for 13 years and found a deep appreciation for the relational connection that mission work fosters.
“Going on mission trips for my church is something that is really bonding and connecting for our community,” Saenz said.
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By Sidney Needles
The Place sirve en proyecto de Maranatha Volunteers International en Zambia
A principios de agosto, la iglesia The Place Adventist Fellowship regresó de un viaje misionero al centro de Zambia, organizado por Maranatha Volunteers International, durante el cual construyeron un edificio para la congregación Kakole en la aldea de Chibombo. El techo de paja y el piso de barro de la estructura improvisada ofrecían poca protección contra el calor, los insectos y el ruido que plagaban a los adoradores de Kakole. Los voluntarios de The Place, 10 chicos y 11 adultos, se sintieron llamados a remediar la situación, pero no estaban seguros de su capacidad para construir un edificio para la iglesia en un par de semanas.
«Teníamos miedo de no poder lograr lo requerido», admitió Urijah Sáenz, asistente de cuidado pastoral en The Place y líder del grupo. El equipo trabajó arduamente y los voluntarios aportaron energía juvenil a las tareas físicamente exigentes del proyecto. «De hecho, terminamos nuestro proyecto un día antes», dijo Sáenz. «Fue una gran sorpresa y una bendición para nosotros».
El trabajo manual dedicado a beneficiar a los demás fue un punto de encuentro para ese apasionado grupo. Cada noche, los voluntarios se turnaban para dirigir los servicios de adoración que fomentaban aún más un ambiente edificante y presentaciones espirituales.
Los miembros de The Place disfrutaron de la oportunidad de vincularse con aquellos a quienes sirvieron y estaban encantados de interactuar con los miembros de la comunidad que visitaban el sitio de construcción. Jugaron juegos improvisados con numerosos visitantes infantiles y se esforzaron por saludar e interactuar con los invitados adultos. «Creo que sería casi un viaje misionero sin sentido si no te conectas con las personas a las que estás sirviendo», compartió Sáenz. «Conectar con esas personas fue lo más destacado de todo el viaje».
Organizar un viaje misionero internacional requiere mucho trabajo. Maranatha, que se especializa en viajes misioneros de corta duración, ofreció apoyo durante todo el proceso. En primer lugar, The Place fue emparejado con una de las ubicaciones del proyecto de Maranatha que podía acomodar el tamaño y el horario del grupo. Maranatha asesoró a los líderes del viaje en todos los aspectos de la planificación del proyecto, desde el desarrollo de presupuestos hasta la elección de un alojamiento seguro y cómodo. Después, los voluntarios tuvieron acceso al personal de Maranatha en el país para obtener apoyo adicional mientras estaban en Zambia. The Place ha realizado viajes misioneros a través de Maranatha durante 13 años y ha encontrado un profundo aprecio por la conexión relacional que fomenta la obra misionera.
«Ir a viajes misioneros para mi iglesia es algo que realmente une y conecta a nuestra comunidad», dijo Sáenz.
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Por Sidney Needles