A Year in the Life of a Beekeeper

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Hello, my name is Abby Northrop. I’m 13 years old and I’m here to tell you about Mrs. Brimmer’s Bee Buddies. I live in Fallon, Nevada, and am a student at Fallon Adventist Christian School (FACS). My teachers are Wanda Brimmer and Larry Proctor. 

At the beginning of the school year, Mrs. Brimmer introduced us older students—Ianna, Rozaida, Adrian, Khloee, Monica, and me—to beekeeping. We would learn the finances of beekeeping by harvesting honey, packaging it, and later selling it. This is called project-based education, and it is just like having a job. We have come a long way on our journey, and I’d like to share that with you.

I remember the day Mrs. Brimmer brought in a very heavy five-gallon bucket of honey, also known as liquid gold. We used the school kitchen and took turns filling pint jars with beautiful, amber-colored honey. Then we sealed, rinsed and labeled the jars. 

A few weeks later, we sold the honey at a church auction. Most of the jars sold for $20 each, but several sold for much more than we asked, and we earned over $500 for our project. We took turns recording our earnings in a receipt book and continued to use that book for our financial records. We eventually used that money to purchase six bee suits. Five hundred dollars didn’t fully cover our needed equipment, so a new beehive box was donated, along with a package of bees.

On April 7, we met at Mrs. Brimmer’s home to install the bees in their new home. After donning our bee suits, we learned how to safely put the bees into their box. The queen had to remain in her little cage, stuck between a couple of frames, until the bees got used to her smell and accepted her as their queen. Swarms of bees surrounded us as we opened our package. At first, I was very nervous. In my mind I was thinking, “Please don’t sting me. Please don’t sting me.” I eventually began to relax, and my fear disappeared. Mrs. Brimmer explained that the queen bee lays eggs and the worker bees bring in nectar and pollen and care for the larva. Each individual frame becomes very heavy; as more and more nectar becomes honey, the colony increases in weight. In late summer, we’ll help collect the honey from our hive and we hope we’ll begin to actually make a profit from our project.

Good news! The queen has been accepted by the colony and it continues to grow. I can’t wait to continue this adventure and make many more memories. 

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By Abby Northrop

 

 

Un año en la vida de un apicultor

Hola, mi nombre es Abby Northrop. Tengo 13 años y estoy aquí para contarles de Mrs. Brimmer’s Bee Buddies. Vivo en Fallon, Nevada, y soy estudiante de Fallon Adventist Christian School (FACS). Mis maestros son Wanda Brimmer y Larry Proctor. 

Al comienzo del año escolar, la Sra. Brimmer introdujo a los estudiantes mayores (Ianna, Rozaida, Adrian, Khloee, Monica y yo) a la apicultura. Aprenderíamos las finanzas de la apicultura cosechando miel, envasándola y luego vendiéndola. A eso se le llama educación basada en proyectos y es como tener un trabajo. Hemos tenido un largo recorrido en nuestro viaje y me gustaría compartirlo.

Recuerdo el día en que la Sra. Brimmer trajo un cubo muy pesado de cinco galones de miel, también conocido como oro líquido. Usamos la cocina de la escuela y nos turnamos para llenar frascos con miel color ámbar. Luego sellamos, enjuagamos y etiquetamos los frascos. 

Unas semanas más tarde, vendimos la miel en una subasta de la iglesia. La mayoría de los frascos se vendieron por $20 cada uno, pero varios se vendieron por mucho más de lo que pedimos, y ganamos más de $500 para nuestro proyecto. Nos turnábamos para registrar nuestras ganancias en un libro y continuamos usando ese libro para nuestros registros financieros. Finalmente usamos ese dinero para comprar seis trajes protectores de abejas. Quinientos dólares no cubrían completamente nuestro equipo necesario, así que se donó una nueva caja de colmenas, junto con un paquete de abejas.

El 7 de abril nos reunimos en la casa de la Sra. Brimmer para instalar las abejas en su nuevo hogar. Después de ponernos nuestros trajes protectores, aprendimos a poner a las abejas de manera segura en su caja. La reina tuvo que permanecer en su pequeña celda, atrapada entre un par de celdillas del panal, hasta que las abejas se acostumbraron a su olor y la aceptaron como su reina. Enjambres de abejas nos rodearon cuando abrimos nuestro paquete. Al principio, estaba muy nerviosa. Pensaba: «Por favor, no me piques. Por favor, no me piques». Con el tiempo empecé a relajarme y el miedo desapareció. La Sra. Brimmer explicó que la abeja reina pone huevos y las abejas obreras traen néctar y polen y cuidan de las larvas. Cada celdilla se vuelve muy pesada; a medida que más y más néctar se convierte en miel, la colonia aumenta de peso. A finales del verano, ayudaremos a recoger la miel de nuestra colmena y esperamos empezar a obtener beneficios del proyecto.

¡Buenas noticias! La reina ha sido aceptada por la colonia y sigue creciendo. Estoy ansiosa por continuar esta aventura y crear muchos más recuerdos. 

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Por Abby Northrop