I joined the jiu-jitsu class because my friend, Mikey Minimo, had been asking me to come with him for months,” explained Klenth Sasil, pastor of the Moreno Hills church in Moreno Valley. “Little by little, I fell in love with the art of it.”
Sasil admits he still doesn’t love martial arts, but he definitely sees the benefits—improved attitude, new perspective, increased discipline—and how these life lessons can be applied to his personal walk with God.
“It’s easy to incorporate my faith and spiritual journey into my jiu-jitsu experience,” he added. And that sparked a conversation between him, Minimo, and Daniel Calaguas, another friend taking the class with them, about how they could use martial arts to connect others to Jesus.
At a VBS event, Sasil and Minimo bumped into Filip Milosavljevic, youth pastor at Loma Linda University church, and they began chatting about their hobbies. When Minimo and Sasil mentioned jiu-jitsu, Molosavljevic commented that he’d been looking for a martial arts instructor to start a small group to connect in a different way with their local community.
“Mikey and I realized this was what we’d been praying for, too,” Sasil said. Within days, Sasil, Calaguas, and Minimo had connected with Professor Sunny Diego at Alliance Jiu-Jitsu Redlands, where they had been taking the class. Sunny, lead coach and owner, agreed to offer a weekly class free of charge through the University church’s Praxis Ministries. And so JJ4J—Jiu-Jitsu for Jesus—was born.
The group of 25-30 local young adults participates in a Bible study before the class starts every week. They discuss their attitudes toward life and God, spiritual warfare, and how all of that connects to martial arts.
“Spiritual life is a war, and we have to fight,” Sasil said. “We’re using jiu-jitsu skills as a way of communicating the concept of defending ourselves in this battle between good and evil.”
What started out as three friends doing something new together grew into an effective community outreach. Sasil points out that spreading the Good Word doesn’t have to be awkward and it doesn’t have to be traditional.
“We didn’t want to be the weird ‘Jesus People’ to our classmates; we wanted to connect with them,” he said. “Jiu-jitsu was common ground, and now, thanks to this ministry partnership, discussing our faith is, too.”
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By Becky St. Clair
Jiu-jitsu para Jesús: Un Ministerio de Artes Marciales en Redlands
Me uní a la clase de jiu-jitsu porque mi amigo, Mikey Minimo, me había estado pidiendo que fuese con él durante meses», explicó Klenth Sasil, pastor de la iglesia Moreno Hills en Moreno Valley. «Poco a poco, me enamoré del arte».
Sasil admite que todavía no le encantan las artes marciales, pero definitivamente ve los beneficios: una mejor actitud, una nueva perspectiva, una mayor disciplina, y cómo esas lecciones de vida se pueden aplicar a su caminar con Dios.
«Es fácil incorporar mi fe y mi recorrido espiritual a mi experiencia de jiu-jitsu», agregó. Eso provocó una conversación entre él, Minimo, y Daniel Calaguas, otro amigo que tomaba la clase con ellos, sobre cómo podrían usar las artes marciales para conectar a otros con Jesús.
En un evento de EBV, Sasil y Minimo se encontraron con Filip Milosavljevic, pastor de jóvenes de la iglesia de la Loma Linda University, y comenzaron a conversar sobre sus pasatiempos. Cuando Minimo y Sasil mencionaron el jiu-jitsu, Molosavljevic comentó que había estado buscando un instructor de artes marciales para comenzar un pequeño grupo para conectarse de una manera diferente con su comunidad.
«Mikey y yo nos dimos cuenta de que eso era por lo que habíamos estado orando también», dijo Sasil. En cuestión de días, Sasil, Calaguas y Minimo se habían conectado con el profesor Sunny Diego en Alliance Jiu-Jitsu Redlands, donde habían estado tomando la clase. Sunny, el entrenador principal y propietario, acordó ofrecer una clase semanal gratuita a través del Ministerio Praxis de la iglesia de la Universidad. Así nació JJ4J —Jiu-Jitsu para Jesús—.
Un grupo de 25 a 30 jóvenes participa en un estudio bíblico antes de que comience la clase cada semana. Hablan de sus actitudes hacia la vida y Dios, la guerra espiritual y cómo todo eso se conecta con las artes marciales.
«La vida espiritual es una guerra, y tenemos que luchar», dijo Sasil. «Estamos usando las habilidades de jiu-jitsu como una forma de comunicar el concepto de defendernos en esa batalla entre el bien y el mal».
Lo que comenzó como tres amigos haciendo algo nuevo juntos se convirtió en un ministerio comunitario efectivo. Sasil señala que difundir las Buenas Nuevas no tiene que ser incómodo y no tiene que ser tradicional.
«No queríamos ser la rara “Gente de Jesús” para nuestros compañeros de clase; queríamos conectarnos con ellos», dijo. «El jiu-jitsu era un terreno común, y ahora, gracias a esa asociación y ministerio, hablar de nuestra fe también lo es».
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Por Becky St. Clair