Ke Ola Calling

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“I’m looking for a Program Head for Youth Rush this summer. Just thought I’d see if you would be interested.”

I stared quizzically at the message from Mario Bravo, the literature ministries director for the Hawaii Conference. I was unsure how to respond. Literature ministries has a special place in my heart, but I was thousands of miles away in the Philippines, with no immediate plans to return to Hawaii. 

It would have been easy to say no, but instead, I decided to sit on it. My wife and I got ready for church on that beautiful Sabbath morning. As we entered the building, bold red letters mounted above the pulpit caught my eye: SALE—Student Association of Literature Evangelists. It turned out that the entire Sabbath service was dedicated to literature ministries. Coincidence? I didn’t think so. In that moment, I knew Mario’s message was more than just an offer; it was a call from God.

 

 

 

 

I straightened in my seat as the preacher shared video clips of how different countries carry forward the literature ministries work. One of the featured programs was Youth Rush, the very same program I had been part of from 2012 to 2015. As I watched the young evangelists in action, memories flooded back—sharing books, praying with strangers, listening to their stories, and signing them up for Bible studies. It was a ministry I thought I had left behind as I approached the final year of my Master of Divinity program at Andrews University. However, I was reminded of an excerpt from Ellen White’s writings: “Let none think that it belittles a minister of the gospel to engage in canvassing as a means of carrying truth to the people” (Manual for Canvassers, p. 29).

Four months later, I found myself on a plane back to Hawaii to begin the leadership training. Once again, I had to face the sacrifice of being apart from my wife, as her U.S. immigrant visa was still pending. Despite the distance, I was grateful for her selfless support. 

In the same way that God called me back to literature ministries, He also breathed new life into the program. After a six-year hiatus, God worked through Mario Bravo to revive it in 2023. Now officially known as “Ke Ola,” meaning “the life,” the program has grown significantly from its humble beginnings. 

The Ke Ola Youth Rush brought together 17 students and four team leaders this summer. We based ourselves out of Manoa church and Aiea church on Oahu, covering about 80% of the island over the course of nine weeks. The students distributed roughly 10,500 books and secured around 50 Bible study contacts. Even more inspiring than the numbers were the students’ testimonies of divine encounters and answered prayers. Almost every person on the other side of the door had a story to tell. From health problems and emotional struggles to recent family loss, God brought hope through intentional interactions with the student evangelists.

Looking ahead, Mario Bravo envisions sending out two teams next year—one serving on Oahu and another covering Maui, Kauai, and possibly the Big Island. This expansion aims to provide more students with opportunities to partner with angels in sharing timeless truths. With God leading, these young people can advance literature evangelism across the Hawaiian Islands, one door at a time. 

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By Marc Pasion

 

 

El llamado de Ke Ola

«Estoy buscando un Jefe de Programa para Youth Rush este verano. Solo estoy viendo si te interesaría».

Miré con curiosidad el mensaje de Mario Bravo, el director del ministerio de literatura de la Hawaii Conference. No estaba seguro de cómo responder. El ministerio de literatura tiene un lugar especial en mi corazón, pero estaba a miles de kilómetros de distancia, en las Filipinas, sin planes inmediatos de regresar a Hawaii. 

Habría sido fácil decir que no, pero en lugar de eso, decidí pensarlo. Mi esposa y yo nos preparamos para ir a la iglesia en esa hermosa mañana de sábado. Al entrar en el edificio, me llamaron la atención unas letras rojas sobre el púlpito: SALE, Asociación Estudiantil de Evangelistas de Literatura.  Resultó que todo el servicio del sábado estaba dedicado al ministerio de literatura. ¿Coincidencia? No lo creo. En ese momento, supe que el mensaje de Mario era más que una simple oferta; era un llamado de Dios.

 

 

 

 

Me acomodé en el asiento mientras el predicador compartía videos de cómo los diferentes países llevan adelante el trabajo del ministerio de literatura. Uno de los programas destacados fue Youth Rush, el mismo programa del que había formado parte de 2012 a 2015. A medida que observaba a los jóvenes evangelistas en acción, los recuerdos me inundaban: compartir libros, orar con extraños, escuchar sus historias e inscribirlos en estudios bíblicos. Era un ministerio que pensaba que había dejado atrás cuando me acercaba al último año de mi programa de Maestría en Divinidad en Andrews University. Sin embargo, me acordé de un pasaje de los escritos de Ellen White: «Nadie piense que empequeñece el Evangelio al dedicarse al colportaje como medio de comunicar la verdad a la gente» (Manual for Canvassers, p. 29).

Cuatro meses después, me encontraba en un avión de regreso a Hawaii para comenzar la capacitación de liderazgo. Una vez más, tuve que enfrentar el sacrificio de estar separado de mi esposa, ya que su visa de inmigrante estadounidense aún estaba pendiente. A pesar de la distancia, estaba agradecido por su apoyo desinteresado. 

De la misma manera que Dios me llamó de nuevo al ministerio de literatura, también insufló nueva vida al programa. Después de una pausa de seis años, Dios obró a través de Mario Bravo para revivirlo en 2023. Ahora conocido oficialmente como «Ke Ola», que significa «la vida», el programa ha crecido significativamente desde sus humildes comienzos. 

Ke Ola Youth Rush reunió a 17 estudiantes y cuatro líderes de equipo este verano. Nos basamos en la iglesia de Manoa y la iglesia de Aiea en Oahu, cubriendo aproximadamente el 80% de la isla en el transcurso de nueve semanas. Los estudiantes distribuyeron aproximadamente 10,500 libros y aseguraron alrededor de 50 contactos de estudios bíblicos.  Aún más inspiradores que los números fueron los testimonios de los estudiantes sobre encuentros divinos y oraciones contestadas. Casi todas las personas al otro lado de la puerta tenían una historia que contar. Desde problemas de salud y luchas emocionales hasta la reciente pérdida de familia, Dios trajo esperanza a través de interacciones intencionales con los estudiantes evangelistas.

De cara al futuro, Mario Bravo prevé enviar dos equipos el próximo año, uno a Oahu y otro a Maui, Kauai y posiblemente a la Isla Grande. Esa expansión tiene como objetivo proporcionar a más estudiantes oportunidades para asociarse con los ángeles para compartir verdades eternas. Con la guía de Dios, esos jóvenes pueden promover el evangelismo literario a través de las islas hawaianas, de puerta en puerta. 

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Por Marc Pasión