A new year means setting goals for the next 365 days. For many people, the problem with resolutions is that they’re not specific enough. Instead of setting a goal to simply “get healthier,” think about specific actions that will help you achieve your goals.
Give your brain a workout.
Exercising the mind regularly is linked to lowered risk of dementia and Alzheimer’s disease. Any activity that challenges your brain will help keep it in shape. Puzzles, crosswords, board games, and learning a new language or to play a new instrument will challenge your brain. Engage in one of these activities 3 to 5 times per week. Within a few weeks, brain games will become part of your everyday routine.
Care for your mental health.
Another way to treat your mind well is to care for your emotional well-being. Talking about your feelings with a loved one or therapist is an excellent strategy for improving mental health. A therapist can provide guidance for identifying negative thought patterns, as well as tips for how to change them.
Move your body.
Moving your body consistently is a crucial part of your physical and mental health. The American Heart Association recommends at least 2.5 hours of exercise per week. For many people this looks like five 30-minute exercise sessions each week. If you don’t have an exercise habit, set small, realistic goals such as taking three 20-minute walks each week. Over time, you will build stamina and can increase duration and add more types of activity.
Prioritize rest.
Getting quality sleep is one of the most often overlooked health habits, but sleep is crucial for your health. Chronic sleep deprivation is linked to higher risk of heart disease, kidney disease, high blood pressure, diabetes, and stroke. Your immune system also relies on sleep to keep you healthy. If you have trouble getting enough sleep, focus on incorporating one habit that can improve your sleep. For example, set screen time limits on your phone or tablet to remind you to put down your devices at least an hour or two before bed.
Exercise gratitude.
Practicing gratitude can have a profound impact on your physical and mental well-being. Researchers have found that a spirit of gratitude is linked to better heart health, longer life, and lower rates of depression. Make a gratitude list every day or express gratefulness by sending thank-you notes for specific kind deeds or simply to let someone know you appreciate them.
Start a prayer practice.
Many people turn to prayer in times of stress, worry, or discouragement. While scientists have found it hard to study the benefits of prayer specifically, research shows that people who pray regularly do not experience as many feelings of anxiety, fear, or isolation. Those who pray with others also have lower rates of depression and a stronger sense of connection to others. Prayer is personal, so look for ways to approach prayer that are meaningful for you. You might choose to pray before bed each night or seek out quiet moments in the mornings to pray.
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By Kim Strobel
Los propósitos de Año Nuevo pueden estimular la mente, el cuerpo y el espíritu
Un nuevo año significa establecer metas para los próximos 365 días. Para muchas personas, el problema con las resoluciones es que no son lo suficientemente específicas. En lugar de establecer una meta para simplemente «estar más saludable», piense en acciones específicas que le ayudarán a alcanzar sus metas.
Ejercita tu cerebro
Ejercitar la mente con regularidad está relacionado con un menor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer. Cualquier actividad que desafíe a tu cerebro te ayudará a mantenerlo en forma. Los rompecabezas, los crucigramas, los juegos de mesa y aprender un nuevo idioma o tocar un nuevo instrumento desafiarán tu cerebro. Participa en una de esas actividades de 3 a 5 veces por semana. En unas pocas semanas, los juegos mentales se convertirán en parte de tu rutina diaria.
Cuida tu salud mental
Otra forma de tratar bien tu mente es cuidar tu bienestar emocional. Hablar de tus sentimientos con un ser querido o un terapeuta es una excelente estrategia para mejorar la salud mental. Un terapeuta puede proporcionar orientación para identificar patrones de pensamiento negativos, así como consejos sobre cómo cambiarlos.
Mueve tu cuerpo
Mover tu cuerpo de manera constante es una parte crucial de tu salud física y mental. La American Heart Association recomienda al menos 2.5 horas de ejercicio por semana. Para muchas personas, eso se traduce en cinco sesiones de ejercicio de 30 minutos cada semana. Si no tienes un hábito de ejercicio, establece metas pequeñas y realistas, como dar tres caminatas de 20 minutos cada semana. Con el tiempo, aumentará la resistencia y podrás aumentar la duración y agregar más tipos de actividad.
Prioriza el descanso
Dormir bien es uno de los hábitos de salud que más a menudo se pasan por alto, pero el sueño es crucial para tu salud. La privación crónica del sueño está relacionada con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, enfermedades renales, presión arterial alta, diabetes y accidentes cerebrovasculares. Tu sistema inmunológico también depende del sueño para mantenerse saludable. Si tienes problemas para dormir lo suficiente, concéntrate en incorporar un hábito que pueda mejorar tu sueño. Por ejemplo, establece límites de tiempo de pantalla en tu teléfono o tableta para recordar dejar esos dispositivos al menos una o dos horas antes de acostarte.
Ejercita la gratitud
Practicar la gratitud puede tener un profundo impacto en tu bienestar físico y mental. Los investigadores han descubierto que un espíritu de gratitud está relacionado con una mejor salud cardíaca, una vida más larga y tasas más bajas de depresión. Haz una lista de gratitud todos los días o expresa gratitud enviando notas de agradecimiento por acciones amables específicas o simplemente para hacerle saber a alguien que lo aprecias.
Comienza una práctica de oración
Muchas personas recurren a la oración en momentos de estrés, preocupación o desánimo. Si bien a los científicos les ha resultado difícil estudiar específicamente los beneficios de la oración, las investigaciones muestran que las personas que oran regularmente no experimentan tantos sentimientos de ansiedad, temor o aislamiento. Aquellos que oran con otros también tienen tasas más bajas de depresión y un sentido más fuerte de conexión con los demás. La oración es personal, así que busca formas de acercarte a la oración que sean significativas para ti. Puedes optar por orar antes de acostarte todas las noches o buscar momentos tranquilos por las mañanas para orar.
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Por Kim Strobel