School and Church Unite to Transform Lives

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Siena, a seventh-grader struggling in public school, longed for a more supportive environment. Her parents began exploring healthier schooling options and were impressed by the program at Pleasant Hill Adventist Academy (PHAA). Though not religious, her father had started contemplating a higher power, while her mother was seeking a safe, nurturing school for her daughter.

Enrolling Siena at PHAA exceeded all expectations. By the end of the first semester, Siena’s academic performance had soared, and she developed a deep interest in God and His Word. She attended weekly Bible studies and Sabbath services and volunteered in the children’s department. Her joy and connection with her peers grew as she joined the praise team and Friday night youth group.

Inspired by Siena’s transformation, her parents began attending church and witnessed her commitment to be baptized. Siena boldly shared her love for God, later becoming a featured chapel speaker, sharing her testimony with passion and clarity.

This journey didn’t just change Siena—it transformed her entire family. Today, her family are active Pleasant Hill church and school community members. Their story is a testament to the profound impact of Christian education, which extends beyond individual students to transform whole families.

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By Ken Miller

 

 

Escuela e iglesia transforman vidas

 

Siena, una estudiante de séptimo grado que tenía dificultades en la escuela pública, anhelaba un entorno más comprensivo. Sus padres comenzaron a explorar opciones escolares más apropiadas y quedaron impresionados por el programa de la Pleasant Hill Adventist Academy (PHAA). Aunque no era religioso, su padre había comenzado a considerar a un poder superior, mientras que su madre buscaba una escuela segura y cariñosa para su hija.

Inscribir a Siena en PHAA superó todas sus expectativas. Al final del primer semestre, el rendimiento académico de Siena aumentó y desarrolló un profundo interés en Dios y su Palabra. Asistía a los estudios bíblicos y a los cultos sabáticos, y se ofrecía como voluntaria en el departamento de niños. Su alegría y conexión con sus compañeros creció cuando se unió al equipo de alabanza y al grupo juvenil de los viernes por la noche.

Inspirados por la transformación de Siena, sus padres comenzaron a asistir a la Iglesia y fueron testigos de su compromiso de bautizarse. Siena compartió su amor por Dios, y más tarde se convirtió en una oradora destacada en la capilla, compartiendo su testimonio con pasión y claridad.

Esa experiencia no solo cambió a Siena, sino que transformó a toda su familia. Hoy en día, su familia es miembro activo de la iglesia y la comunidad escolar de Pleasant Hill. Su historia es un testimonio del profundo impacto de la educación cristiana, que se extiende más allá de los estudiantes para transformar familias enteras.

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Por Ken Miller