When Taylor Laurie reflects on her 16-year journey as a student in the Adventist educational system, it takes about two seconds for the names of her favorite teachers to surface—those who “poured into me love and support,” she said. There’s Cary Ursino, Colleen Brundula, Ginger Hanks Harwood, V. Bailey Gillespie, Maury Jackson, Kendra Haloviak, Jon Paulien, John Peckham, Leslie Pollard, Prudence Pollard.
The list continues, and it’s long and impressive.
“Each of these people took time to sit with me, mentor me, and truly see me,” Taylor said. “Many of us had a teacher who saw us for who we are. That sticks with you in a profound way.”
But Taylor also has mixed feelings about her educational experience. “When I first started in an Adventist school in the sixth grade, I encountered biases. I encountered racism. I had to learn how to navigate and hold on to my faith and my belief in a God that is inclusive and loving and supportive of all, regardless of gender and ethnicity and all those other ‘isms’ we put on people.”
Today, as the mission and spiritual care leader for Adventist Health Simi Valley, Taylor weaves both the difficult and the positive experiences together with her faith in ways that allow her to provide practical leadership and emotional and spiritual support for her team of clinical chaplains, the healthcare providers at Adventist Health Simi Valley, and the patients they serve.
Taylor’s 16 years in the Adventist educational system include elementary school, academy, undergraduate work, and graduate school. She has a Bachelor of Arts degree in religious studies from La Sierra University, a Master of Arts degree in clinical ministry from Loma Linda University, and a Master of Divinity degree from Andrews University.
“Now that I look back and am well-seasoned in my profession, I am pleased that my Adventist education equipped me well. It was quality education,” she said. “At times, because our Adventist educational structure is a little different—we build in time for chapels, for example—you wonder if you’re missing something others got by spending time doing other things instead. And then you realize you are keeping up with those outside the Adventist system. I’ve taken continuing education courses outside the Adventist environment, and I see that I know just as much or more,” Taylor said.
While her educational journey hasn’t always been easy, Taylor said, “Adventist education is about transcending our differences and loving each other. While you’re learning to do that, you are also completing academic accomplishments so you can go out into this world and be the light.”
“Teachers and professors at all points on the continuum of education have significant influence on the lives they come in contact with. This is immense responsibility and power, because they have the ability to build up a person’s life in valuable ways or to tear someone down,” Taylor said. “My prayer for educators is that they are encouraged to strive to be builders, to model love and inclusion, and to be affirmed that their role in society is huge. I pray they will know their calling to the classroom stretches far beyond academic knowledge; it’s another touchpoint in the development of a human being and who that person ultimately becomes. To those who did that for me, I’m so grateful.”
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Kim Stobel is the program manager: religion, faith and mission for mission and spiritual care at Adventist Health.
Maestros: los excepcionales seres humanos en nuestra vida
Por Kim Strobel
Cuando Taylor Laurie reflexiona sobre su trayectoria de 16 años como estudiante en el sistema educativo adventista, tardan unos dos segundos en salir a la luz los nombres de sus maestros favoritos, aquellos que «vertieron en mí amor y apoyo», dijo. Están Cary Ursino, Colleen Brundula, Ginger Hanks Harwood, V. Bailey Gillespie, Maury Jackson, Kendra Haloviak, Jon Paulien, John Peckham, Leslie Pollard, Prudence Pollard.
La lista continúa y es larga e impresionante.
«Cada una de esas personas tomó tiempo para sentarse conmigo, ser mi mentor y verme de verdad», dijo Taylor. «Muchos de nosotros tuvimos un maestro que nos vio por lo que somos. Eso se te queda grabado de una manera profunda».
Pero Taylor también tiene sentimientos encontrados sobre su experiencia educativa. «Cuando comencé en una escuela adventista en sexto grado, me encontré con prejuicios. Encontré racismo. Tuve que aprender a navegar y aferrarme a mi fe y a mi creencia en un Dios que es inclusivo, amoroso y solidario con todos, independientemente de su sexo y etnia y todos esos otros “ismos” que ponemos en las personas».
Hoy en día, como líder de misión y atención espiritual de Adventist Health Simi Valley, Taylor entrelaza tanto las experiencias difíciles como las positivas con su fe de maneras que le permiten proporcionar liderazgo práctico y apoyo emocional y espiritual a su equipo de capellanes clínicos, a los proveedores de atención médica de Adventist Health Simi Valley y a los pacientes a los que atienden.
Los 16 años de Taylor en el sistema educativo adventista incluyen la escuela primaria, la academia, el trabajo de pregrado y la escuela de posgrado. Tiene una licenciatura en estudios religiosos de La Sierra University, una maestría en ministerio clínico de Loma Linda University y una maestría en Divinidad de Andrews University.
«Ahora que reflexiono y tengo mucha experiencia en mi profesión, me complace que mi educación adventista me haya equipado bien. Era una educación de calidad», dijo. «A veces, debido a que nuestra estructura educativa es un poco diferente —hacemos tiempo para cultos, por ejemplo—, uno se pregunta si se está perdiendo algo que otros obtuvieron al dedicar tiempo a hacer otras cosas en su lugar. Entonces te das cuenta de que te mantienes al día con los que no están en el sistema adventista. He tomado cursos de educación continua fuera del ambiente adventista y veo que sé tanto o más», dijo Taylor.
Si bien su trayectoria educativa no siempre ha sido fácil, Taylor dijo: «La educación adventista se trata de trascender nuestras diferencias y amarnos unos a otros. Mientras aprendes a hacer eso, también estás completando logros académicos para que puedas salir a este mundo y ser luz».
«Los maestros en todos los puntos del continuo de la educación tienen una influencia significativa en las vidas con las que entran en contacto. Esa es una inmensa responsabilidad y poder, porque tienen la capacidad de edificar la vida de una persona de manera valiosa o de derribarla», dijo Taylor. «Mi oración por los educadores es que se les anime a esforzarse en ser constructores, a modelar el amor y la inclusión, y a que se afirmen que su papel en la sociedad es enorme. Oro para que sepan que su llamado al aula va mucho más allá del conocimiento académico; es otro punto de contacto en el desarrollo de un ser humano y en quién se convierte esa persona en última instancia. A los que hicieron eso por mí, les estoy muy agradecida».
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Kim Stobel es la administradora del programa de religión, fe y misión de Adventist Health.