Tell us about your background and spiritual journey.

I was born and raised in Orange County. My parents immigrated from Punjab, India, a region in the northwest. I grew up in a Sikh and Hindu household. Around 20 years ago, I encountered Seventh-day Adventists who gave me Bible studies and answered many of my questions. Through that experience, I chose to become a Seventh-day Adventist.
From there, I had many wonderful experiences. While attending a public college, I felt a strong desire for a Christian education. God led me to Amazing Facts College of Evangelism, which I attended. Wanting to continue my studies, I went to an Adventist college. I started working as a youth pastor in Arroyo Grande before transitioning into traveling and evangelism. I pastored for about seven years, worked as a conference evangelist, and for the past seven years, I've focused on youth and young adult ministries.
In my spiritual journey, I want to say that I love Adventism. I love its deep, foundational truths about who God is and the timeless relevance of Scripture. These truths are universal. As a young adult searching for answers about God, I found that Adventism provided clarity—offering philosophical, emotional, and intellectual understanding of who God is. During a period of uncertainty, when I was struggling to find my purpose, God powerfully transformed my life. I have a burden for people—not just for those within Christianity, but for those outside of it as well.
What is your overarching vision for the ministry department as you begin your leadership?
One thing that’s especially important to me is collaboration among directors, ministries, churches, laity, and pastors. I’d love to see a stronger, more connected relationship between the conference, laity, pastors, and churches, and I want to play a role in strengthening that bond. My hope is to see our ministries not only supported but thriving—receiving greater investment and attention than ever before. I also want our directors to develop a deeper understanding of what’s truly needed at the ground level.
My dream for the ministry department isn't about my success but about seeing those in leadership positions thrive. That’s what truly matters to me, and it’s where I find both success and joy.
How do you plan to enhance programs for children, Pathfinders, youth, and young adults under your leadership?
I may be a little controversial when I say this, but I firmly believe that the children’s ministry, Pathfinder ministry, camp ministry, youth ministry, and young adult ministry should be prioritized as the most important ministries of the church. Statistics show that investing in these areas creates a compounding effect that strengthens all other ministries. Research from Fuller Theological Seminary, including the Growing Young and Sticky Faith studies, further reinforces this idea.
My personal philosophy is that we must invest more in youth, young adult, and children’s ministries. These should never be overlooked or allowed to struggle. I want to see these ministries not just sustained but truly supported and strengthened, with greater collaboration across the board. My goal is to help build stronger, more effective teams within these ministries.

How can members from the local field or organization get involved and support your vision and the future of your ministry?
Support can take many forms—from volunteering and stepping into leadership roles to serving on teams and mentoring young leaders. No single conference leader or pastor can carry this responsibility alone; it requires the collective effort of everyone. We need to create more opportunities for laity to be actively involved in leadership decisions and the volunteer process.
Statistics show that pastors who serve multiple churches experience alarmingly high rates of burnout. Research suggests that improving volunteer education, training, and retention is key to addressing this issue. This is something our leadership, pastors, and conference leaders must take seriously. How do we empower volunteers? By equipping and supporting them, we create a ripple effect—opening the door for even more volunteers, greater lay involvement, and a stronger, more engaged church community.
Do you have any final words you’d like to share?
One of my greatest passions is to see more prayers dedicated to seeking the Holy Spirit. I want to see “latter rain” prayer groups flourishing in multiple churches. Ideally, we will have a prayer ministry leader who shares this vision and can help cultivate it. Without these prayer groups—where people come together to pray specifically for the Holy Spirit’s presence in our churches—our efforts will only take us so far. Without revival through prayer, we’ll simply continue doing what we’ve always done.
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By Justin Kim
Una entrevista con el vicepresidente electo Anil Kanda
Cuéntenos sobre su trayectoria y su recorrido espiritual.

Nací y crecí en el condado de Orange. Mis padres emigraron de Punjab, India, una región en el noroeste de ese país. Crecí en un hogar sij e hindú. Hace unos 20 años, me encontré con adventistas del séptimo día que me dieron estudios bíblicos y respondieron a muchas de mis preguntas. A través de esa experiencia, elegí convertirme en Adventista del Séptimo Día.
A partir de ahí, tuve muchas experiencias maravillosas. Mientras asistía a una universidad pública, sentí un fuerte deseo de una educación cristiana. Dios me guió al Colegio de Evangelismo Amazing Facts, al que asistí. Queriendo continuar mis estudios, fui a una universidad adventista. Comencé a trabajar como pastor de jóvenes en Arroyo Grande antes de hacer la transición a los viajes y el evangelismo. Pastoreé durante unos siete años, trabajé como evangelista de la conferencia y, durante los últimos siete años, me he centrado en los ministerios de jóvenes y adultos jóvenes.
En mi recorrido espiritual, quiero decir que amo el adventismo. Me encantan sus verdades profundas y fundamentales sobre quién es Dios y la relevancia eterna de las Escrituras. Esas verdades son universales. Como joven adulto en busca de respuestas acerca de Dios, descubrí que el adventismo proporcionaba claridad, ofrecía una comprensión filosófica, emocional e intelectual de quién es Dios. Durante un período de incertidumbre, cuando estaba luchando por encontrar mi propósito, Dios transformó impactantemente mi vida. Tengo mucho interés en la gente, no solo por los que están dentro del cristianismo, sino también por los que están fuera de él.
¿Cuál es su visión general para el departamento ministerial al comenzar su liderazgo?
Una cosa que es especialmente importante para mí es la colaboración entre directores, ministerios, iglesias, laicos y pastores. Me encantaría ver una relación más firme y conectada entre la conferencia, los laicos, los pastores y las iglesias, y quiero desempeñar un papel en el fortalecimiento de ese vínculo. Mi esperanza es ver que nuestros ministerios no solo sean apoyados, sino que prosperen, recibiendo mayor inversión y atención que nunca. También quiero que nuestros directores desarrollen una comprensión más profunda de lo que realmente se necesita a nivel del campo.
Mi sueño para el departamento del ministerio no tiene que ver con mi éxito, sino con ver prosperar a los que están en posiciones de liderazgo. Eso es lo que realmente me importa, y es donde encuentro tanto el éxito como la alegría.
¿Cómo planea mejorar los programas para niños, Conquistadores, jóvenes y adultos jóvenes bajo su liderazgo?
Puede que sea un poco controvertido cuando digo esto, pero creo firmemente que el ministerio de niños, el ministerio de Conquistadores, el ministerio de campamentos, el ministerio de jóvenes y el ministerio de jóvenes adultos deben ser priorizados como los ministerios más importantes de la iglesia. Las estadísticas muestran que la inversión en esas áreas crea un efecto compuesto que fortalece a todos los demás ministerios. La investigación del Seminario Teológico Fuller, incluyendo los estudios Growing Young y Sticky Faith, refuerza aún más esa idea.
Mi filosofía personal es que debemos invertir más en ministerios de jóvenes, adultos jóvenes y niños. Nunca se deben pasar por alto ni permitir que tengan dificultades. Quiero ver que esos ministerios no solo se mantengan, sino que realmente se apoyen y fortalezcan, con una mayor colaboración en todos los ámbitos. Mi objetivo es ayudar a construir equipos más sólidos y efectivos en de esos ministerios.

¿Cómo pueden los miembros del campo u organización involucrarse y apoyar su visión y el futuro de su ministerio?
El apoyo puede tomar muchas formas, desde el voluntariado y la asunción de roles de liderazgo hasta el servicio en equipos y la tutoría de líderes jóvenes. Ningún líder o pastor de la conferencia puede llevar esa responsabilidad solo; requiere del esfuerzo colectivo de todos. Necesitamos crear más oportunidades para que los laicos participen activamente en las decisiones de liderazgo y en el proceso de voluntariado.
Las estadísticas muestran que los pastores que sirven a varias iglesias experimentan tasas alarmantemente altas de agotamiento. Las investigaciones sugieren que mejorar la educación, la capacitación y la retención de los voluntarios es clave para abordar ese problema. Eso es algo que nuestros líderes, pastores y líderes de la conferencia deben tomar en serio. ¿Cómo empoderamos a los voluntarios? Al equiparlos y apoyarlos, creamos un efecto dominó, abriendo la puerta para aún más voluntarios, una mayor participación de los laicos y una comunidad eclesial más firme y comprometida.
¿Tiene alguna última palabra que le gustaría compartir?
Una de mis mayores pasiones es ver más oraciones dedicadas a buscar al Espíritu Santo. Quiero ver grupos de oración por la «lluvia tardía» floreciendo en varias iglesias. Idealmente, tendremos un líder del ministerio de oración que comparta esa visión y pueda ayudar a cultivarla. Sin esos grupos de oración, donde las personas se reúnen para orar específicamente por la presencia del Espíritu Santo en nuestras iglesias, nuestros esfuerzos solo nos llevarán hasta cierto punto. Sin un reavivamiento a través de la oración, simplemente continuaremos haciendo lo que siempre hemos hecho.
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Por Justin Kim